La importancia de educar las distintas dimensiones del ser humano
El ser humano está integrado por distintas dimensiones que se encuentran interrelacionadas entre sí y que no pueden ser separadas. Es por esta razón que estas dimensiones ejercen influencias las unas sobre las otras formando un todo indisoluble que da lugar a la personalidad del ser humano.
Entendemos por dimensiones el conjunto de potencialidades que ayudan al individuo a desarrollarse de una forma holística, integral y plena.
Se distinguen hasta 8 dimensiones que integran al ser humano: la física, social, mental, socioemocional, comunicativa, espiritual, estética y ética. Sin embargo, todas estas dimensiones se podrían reducir a cuatro esenciales que podrían englobar al resto. Estas dimensiones son la física, socioemocional, mental y espiritual. Figura 1: Interrelación entre las distintas dimensiones del ser humano
Dimensiones y desarrollo del ser humano
Para que el desarrollo de la persona se pueda llevar a cabo de una forma equilibrada, sería necesario que cada una de estas dimensiones se cultivara convenientemente. La falta de atención a cualquiera de estas facetas del ser humano podría desencadenar distintos procesos patológicos tantos físicos como psicológicos o incluso ambos, dada la interconexión entre dichas facetas (Martínez, 2009). Aprovecho para hacer un paralelismo con el ámbito de la nutrición. Sabemos que el arroz integral puede ser un alimento sano y nutritivo, pero si nos alimentamos solo y exclusivamente de este cereal, tendremos deficiencias nutricionales que desembocarán en problemas de distinta naturaleza.
Pasemos a explicar brevemente en qué consisten las dimensiones básicas:
1. Dimensión física: hace referencia a todo lo relacionado con el cuerpo físico, que es el medio con el que nos desenvolvemos en el mundo físico que habitamos. Aprender cómo funciona nuestro cuerpo físico y cuáles son sus recursos, así como aprender a cuidarlo, resulta fundamental para que esta dimensión se desarrolle exitosamente.
2. Dimensión socioemocional: se refiere al ámbito de los afectos, tanto en relación a uno mismo como respecto a los demás. Las emociones no son físicas, pero nadie pone en duda su existencia. Éstas se expresan a través del cuerpo físico, por lo que la conexión entre ambos es indiscutible. De hecho, la biodescodificación se basa en que toda enfermedad física tiene un origen emocional. Además, la gestión emocional resulta esencial para que las relaciones interpersonales puedan ser sanas. Es por esta razón que aprender a concienciar nuestros procesos emocionales (a través del autoconocimiento personal) y saber gestionarlos correctamente resulta de importancia vital para trabajar esta dimensión.
3. Dimensión mental: al igual que las emociones, los pensamientos no se pueden ver físicamente y, sin embargo, existen. Somos seres inteligentes que utilizamos nuestro intelecto para desenvolvernos en el día a día. Podemos decir que los pensamientos son el vehículo a partir del cual creamos el mundo que nos rodea. Además, los pensamientos afectan de forma directa a nuestras emociones y, consecuentemente, a nuestro físico. La dimensión mental también nos motiva a querer saber más acerca de todo lo que nos rodea y de nuestra propia naturaleza. Así pues, no solo se tiene que dar respuesta a la necesidad del ser humano de saber acerca de lo que le rodea, sino que resulta imprescindible conocer nuestros propios procesos mentales, nuestros pensamientos y cómo éstos generan una serie de patrones de conducta que pueden condicionar nuestra vida. La gestión de estos pensamientos también forma parte de esta dimensión.
4. Dimensión espiritual: se
refiere al deseo del ser humano por conocer y entender su propia naturaleza, su
propia existencia y finalidad en la vida. Es la más sutil de las cuatro
dimensiones, ya que no responde a necesidades básicas para la supervivencia.
Sin embargo, cuando el resto de dimensiones están cubiertas y esta no es
atendida, la persona puede experimentar que su vida no tiene sentido y puede
llegar a encontrarse perdida, sin rumbo. Esto, a su vez, afectará negativamente
al resto de dimensiones.
Figura 2: Integración de las distintas dimensiones del ser humano
Tal y como se puede apreciar en la figura anterior, todas las dimensiones se encuentran integradas entre sí, siendo la dimensión física aquélla en la que se observan los efectos de todas las demás.
Las dimensiones del ser humano en la educación
En base a lo expuesto anteriormente, la educación debería considerar el trabajo de todas y cada una de las dimensiones, especialmente de las cuatro básicas, para asegurar el correcto y equilibrado desarrollo del individuo. Estos son los pilares de la denominada EDUCACIÓN HOLÍSTICA. Sin embargo, nos encontramos con un sistema educativo basado en un paradigma mecanicista centrado, casi en exclusividad, en el desarrollo de la parte cognitiva (como parte de la dimensión mental) en detrimento del resto. Si consideramos el cerebro como un órgano divido tres partes (cerebro izquierdo, derecho y sistema límbico), es el cerebro izquierdo (la parte racional) el que se potencia en el sistema educativo. El lado derecho de este órgano, correspondiente a la creatividad y el pensamiento divergente entre otras habilidades, junto con los aspectos emocionales regidos por el sistema límbico (el cual no es una parte física del cerebro sino que constituye un sistema neuronal), quedan excluidos del currículo que impera en la educación actual. Sólo hace falta echar un vistazo a la sociedad de hoy día para ver el resultado de dicha práctica educativa.
Afortunadamente, desde hace unas décadas y gracias a los estudios que defienden que la parte emocional junto con la racional funcionan como un sistema indisoluble y recíproco, el trabajo de las emociones se está integrado en los planes de estudios de distintos países. Sin embargo, para que, tanto el trabajo de la dimensión socioemocional como todas las demás esté dotado de contenido real y pueda ser efectivo, es necesario que los profesionales de la educación tengan desarrolladas sus propias dimensiones, lo cual requiere de un gran compromiso consigo mismo. En caso contrario, solo se utilizarán estrategias y actividades con apariencia distinta a las conocidas pero edificadas sobre los cimientos tradicionales sobre los cuales la mayoría de nosotros fuimos formados. Este cambio requiere que el docente 1) se cuestione su propia práctica docente y 2) se implique en el cambio de paradigma educativo, empezando por su propio autoconocimiento.
REFERENCIAS
Rodríguez, M. I. y Delgado, J. A. (2010). La dimensión espiritual en la psicoterapia. 11º Congreso Virtual de Psiquiatría, Interpsiquis.
Martínez Minguélez, M. (2009). Dimensiones básicas de un Desarrollo Humano Integral. Revista de la Universidad Bolivariana, 8 (23), 119-138
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